Sentáos, camaradas, en torno a la hoguera, a la lumbre que acoge a todos los seres que desean hacer del mundo una fiesta. No es fácil el sendero que habrá de llevarnos hasta allí.
Quisieron apropiarse el mundo y el mundo no es de ellos, el mundo no es de nadie porque los indrúvidos no creemos en amos ni en dioses, los indrúvidos creemos en la libertad con la fuerza de una berza que revienta y rompe la tierra para crecer en el aire y bajo la única luz del sol que le alumbra.
Los indrúvidos no queremos vivir en la oscuridad: queremos fincas sin lindes en las que esparzan sus llamaradas de endorfinas nuestros espíritus sin límites.
Y este anhelo de caminar con la palabra libertad como única guía es el que nos dice que tampoco debemos confiar en aquellos que nos prometieron luz y sólo trajeron candilejas de otrora: esos que sólo quieren que sigamos viviendo acurrucados en casita con la claridad justa para leer sus panfletos.
Ni los unos ni los otros se dieron cuenta aún de que no tienen nada que hacer. Que se dejen de historias. Los indrúvidos no tenemos líderes y somos inaprensibles. ¡Liberémonos de las cadenas que los depositarios del poder disfrazan de guirnaldas de hierbas frescas!
LOS INDRÚVIDOS, PUES, SABEMOS:
Que todos los intentos de construcción, fracasaron.
Que todos los discursos, fracasaron.
Que todas las llamadas a la cordura, fracasaron.
Que todas las formas de razón, fracasaron.
Que todas las jerarquías, fracasaron.
Que todos los métodos de enseñanza, fracasaron.
Y que aprender, con tanto fracaso acumulado, demostró ser una tarea inútil.
Y, POR LO TANTO, PROPONEMOS:
En lugar de construcción, deconstrucción.
En lugar de discursos, reversismo.
En lugar de cordura, locura.
En lugar de razón, emoción.
En lugar de jerarquías, redes.
En lugar de enseñar, compartir.
En lugar de aprender, desaprender.
Que la crisis, compañeros, sirva para que nazca un nuevo paradigma que nos ayude a ser más felices y más libres.
¡VIVA LA CRISIS!
¡VIVA LA FILOSOFÍA INDRÚVIDA!
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